miércoles, 5 de noviembre de 2008

Tareas

debería
terminar de leer esa brevísima obra de teatro
terminar de corregir esos larguísimos textos
terminar de armar un cuestionario
adelantar trabajo de la semana próxima
que-viene-peor-que-esta
echarle una limpiadita a mi casa

debería

dejar el mate y cocinar algo medianamente nutritivo
dejar de mirar por la ventana el cielo el sol las ramas
tan verde brillante de esos árboles
las terrazas enceradas de brea y chimeneas
o sogas que serpentean ropa mojada,
o a mi perra y su feliz contemplación de la vida

me veo pasar me veo pasar me veo pasar
por blogs por páginas por mails
por un ojo de culebra y una Lila Downs
por otros tiempos espacios
saltar de una página a otra
de myspace y su reggae
te espío te espío te espío
otra vez
busco una huella
que me devuelva
una cara una voz
acaso algo
que los teléfonos
transoceánicos
no saben
no sabés
no sé
y

(Nosotros no sabemos nada
La desorientación de mi generación tiene su explicación en la dirección de nuestra educación, cuya idealización de la acción, era -­sin discusión!- una mistificación, en contradicción con nuestra propensión a la meditación, a la contemplación y a la masturbación. (Gutural, lo más guturalmente que se pueda).
Creo que creo en lo que creo que no creo.
Y creo que no creo en lo que creo que creo
Girondo dixit)

y

una vez más
sé que no hago lo que debería hacer
sé que no estoy donde debería estar

martes, 4 de noviembre de 2008

Más citas

Visto y considerando que en los últimos tiempos no escribo demasiado (pero por suerte sí leo y hago esas otras cosasproductivasyplacenterasquemuchasvecesmehacenfeliz), siguen las citas. Esta vez no de músicas sino de literatura, y con uno de mis preferidos de todos los tiempos.

Mateo, XXV, 30

Estrellas, pan, bibliotecas orientales y occidentales,
naipes, tableros de ajedrez, galerías, claraboyas y sótanos,
un cuerpo humano para andar por la tierra,
uñas que crecen en la noche, en la muerte,
sombra que olvida, atareados espejos que multiplican,
declives de la música, la más dócil de las formas del tiempo,
fronteras del Brasil y del Uruguay, caballos y mañanas,
una pesa de bronce y un ejemplar de la Saga de Grettir,
álgebra y fuego, la carga de Junín en tu sangre,
días más populosos que Balzac, el olor de la madreselva,
amor y víspera de amor y recuerdos intolerables,
el sueño como un tesoro enterrado, el dadivoso azar
y la memoria, que el hombre no mira sin vértigo,
todo eso te fue dado, y también
el antiguo alimento de los héroes: la falsía, la derrota, la humillación.
En vano te hemos prodigado el océano,
en vano el sol, que vieron los maravillados ojos de Whitman;
has gastado los años y te han gastado,
y todavía no has escrito el poema.

Jorge Luis Borges