Como si tuviera la culpa de algo, el castigo. Como esos chicos que por morir de vergüenza solamente
al pensar en estar frente a un montón de personas en un cumpleaños, llegan a la puerta y se van.

Y no entran.
Y no entré.
Otra vez.
Como si no hubiera crecido o como si al excluirme me estuviera castigando o como si quisiera inspirar compasión o simpatía o qué.
Todo sería más fácil si.
Pero no.
No.
Nunca nada es como uno pensaba.
1 comentario:
Lo importante es no ahogarnos en la nada.
He vuelto y como no podía ser de otra manera también a este calido espacio.
¡saludos!
Publicar un comentario